domingo, 3 de octubre de 2010

Sobre la evolución de las diosas del amor

Acerca de este proceso, cámara de las ideas plantea un orden cronológico, cuyos hitos son figuras femeninas de relevante belleza llamadas diosas


Selene abre la encrucijada con marcado erotismo luminoso,
cegando al primer hombre
enmudeciendo a la primera bestia.

Emergió de unos vapores que en un atardecer salían del mar.
Un mar sin barcos y sin orillas.
Se cree que nadie la vio aparecer,
pero esto es lo que se sabe de verdad.

Sucedió a Selene una exquisita mezcla de miel, vino, pan y carne llamada Afrodita.
Su padre desarrolló en ella tanto la seducción como la fuerza, la inteligencia y la piel
(que conservaba de su antecesora el brillo alucinante).

Venus, la mujer de un musculoso y feo anciano llamado Vulcano,
trastocó los valores de Roma, equilibrando primero el carácter fémino y mental,
y agregando la idea del deseo en el corazón del soldado.

Cuando Venus se hundió por última vez en el océano,
surgió en el siguiente anochecer una adorable morena de nombre Iemanjá,
con una espada en la mano y una fuente de luz en su cabeza y rayos en sus pies.

Mucho antes de Iemanjá, cerca desde donde sucedió todo,
vive, alejada del ruido de las megápolis y legiones armadas, Ishtar.
Aun conserva su poder adivinatorio y sigue mirándonos con sus ojos de hermosa vecina
cuya virtud nos sana.


Continuará

1 comentario:

fauno dijo...

conocer

el momento

sublime

donde una palabra

es también

mirada

que sana.