sábado, 25 de julio de 2009

CORRIENDO CON THELONIOUS Y COLTRANE

corriendo como el río,
oyendo bicicletas,
pescadores como estatuas,
en los faroles hay bichos,
de a montones,
caminantes deportivos,
amantes de afiebradas declaraciones,
pianos y saxofones,
la calma acompaña al trote,
una maratón en solitario,
matando vicios, transpirando.

Pienso en tí



Pienso en tí
luz;
si en su vuelo fugaz,
una estrella, mi deseo,
concede al caer.


domingo, 5 de julio de 2009

Carta a una futura estudiante de Letras (2004)

Las letras pueden ser altas, bajas, coquetas, humildes, efusivas, timoratas, simples o complejas; podríamos decir que las Letras se asemejan mucho a las mujeres. Y digo mujer porque hablamos de Literatura, algo esencialmente fino, delicado, primoroso, acaso femenino.
Las Letras no se estudian con lupas: no sirven las recetas detectivescas tipo Edgar A. Poe, generalmente, dicen, hay que seguirle el rastro por su perfume. Hay aquellas que usan olores punzantes tipo la C de crimen o las de tonos primaverales como la P de pubis.
Las Letras no se estudian solamente en los libros: existió un señor, Horacio Quiroga, que salió a buscarlas por la selva misionera con redes para atrapar mariposas y otro escritor, de apellido Lugones, que generalmente le apuntaba con escopetas de doble caño, en los suburbios porteños. Lugones era un tipo obsesivo pero logró sojuzgar varios centenares de letras para entenderlas y escribirlas en libros prodigiosos.
Las Letras no se estudian porque sí: siempre hay un por qué clandestino; la búsqueda de un relato de la infancia, la necesidad de una historia que nos sustente, el requerimiento de un texto para lograr el Amor imposible, en fin, dicen que la esencia de la búsqueda se va haciendo nítida en el andar.
Las Letras a veces confunden: decimos Gracias y es Vanidad, decimos Amor y es Ardor, decimos Historia y es Chisme, decimos Valentía y es Arrebato. La Letras suenan en (y con) su contexto.
Las Letras se estudian con pasión: hay que despojarse de todo hasta de uno mismo. Desvestirse, relajarse, acomodarse, oler los aromas, tomar las redes, buscar las esencias y dejarse llevar por el estudio casi intuitivo -laberíntico- de la Literatura.
Las Letras se disfrutan: como un amanecer. Como la risa o el deporte. Como el canto del pájaro o el sonido de la lluvia. Como la yerba o el vino bueno.
Finalmente, las Letras no se estudian: las letras se arman, se aman, se tensan, se dejan leer, se escurren, se ríen de aquellos que seriamente quieren aprenderlas. Sí, porque en realidad son Ellas las que nos terminan poseyendo.